El Perú es sobre todo un país con grandes diferencias entre su gente. Se podría decir que por cada región hay un tipo específico de personas con costumbres marcadas que las distinguen del resto de peruanos. Es por eso que resulta difícil encontrar un punto de concordancia entre aquellos que viven en la costa y aquellos que viven en la sierra, por ejemplo. Cada cual tiene sus costumbres, su folklore, que son, no siempre de forma intencional, desentendidas por aquellos que no viven en la misma área.
Entonces se complica analizar los ritos y reacciones de pobladores de lugares dispersos del país pues lo hacemos desde la perspectiva nuestra, la perspectiva costera, de limeño. Creemos que nuestro punto de vista es el más adecuado, el más civilizado, de un mundo occidental. Ese es el problema, precisamente. Los pueblos y regiones del resto del Perú aún no han sido occidentalizados, cosa que no es necesaria, pero explica muchas, acaso la mayoría, de nuestras diferencias.
Resulta necesario, entonces, detenernos y ponernos en el lugar de nuestros compatriotas antes de lanzar juicios. La gente que habita en la sierra, así como la de la selva, tiene un profundo arraigo con la tierra en la que habitan, la Pachamama. Esto se puede apreciar en los diversos ritos de consagración, bendición de tierras, sacrificios a los apus y ofrendas que hacen. La pacha tiene un aire místico y sagrado que no puede ser profanado bajo ninguna razón, y que además es el lugar de donde han obtenido alimentos, han vivido, por largos años antes de la colonización. Es un absurdo pretender imponer ventas de terrenos, expropiación del Estado de recursos o explotación indiscriminada porque ellos sienten que el lugar es suyo. No de peruanos, no de costeños y serranos, no. Es nada más que suyo, de la comunidad y su grupo.
No es sencillo revolucionar su cosmovisión sagrada y espiritual con términos propios de un mundo capitalista, occidentalizado, y ajeno. Se puede decir algo parecido de los Sioux. Ahora llevan un estilo de vida ligado al vertiginoso desarrollo de su país pero con leyes que respetan y honran sus tradiciones, quedando exentos del sistema si así lo desean. Claro que si en algún momenento se interpusieron entre los intereses del Estado fueron reubicados, pero esa es otra historia.
Bueno, en teoría todos deberíamos sentirnos de un mismo país, con una sola nacionalidad, pero aquí no sucede. No podemos taparnos los ojos y decir que somos iguales porque nuestras diferencias culturales son demasiado amplias. Entonces los lugares rurales merecen un trato diferente y un juicio mayor para poder sopesar las muchas variables que existen dentro de su proceder.
Evidentemente existe un interés político y económico del el gobierno al tratar de acallar los reclamos de los pobladores de la amazonía. No es la primera vez que se da un conflicto por el petróleo, porque ese es el tema de fondo. Los amazónicos están tratando de que se deroguen una serie de decretos que precisamente van en contra de sus costumbres y que no los respetan ni siquiera como ciudadanos. No me voy a poner a decir que cómo es posible que no se los respete. Creo que merecen un trato especial, fuera del marco legal del ciudadano común porque todas estas marchas, movilizaciones, lucha de igualdad, son signo claro de la incompatibilidad entre la América nativa, y la América Occidental.
La gran pregunta es: ¿Cuáles deberían ser las siete maravillas gastronómicas del Perú?
Entradas
